Los hechos han demostrado por la fuerza que quienes se apropiaron del espacio público en varias ciudades de Colombia, son personas que militan especialmente en una ideología, en un sentir, en una interpretación de país, que va en contra generalmente de las instituciones, lo que llamarían ellos el sistema, a pesar de que ellos recientemente hayan elegido a este sistema.
Resulta curioso, irónico, si se quiere incoherente, aunque también puede ser que están aceptando que se equivocaron, que luego de elegir a un gobierno de sus afectos, pues sigan rayando murales, diciendo “nos están matando”. La pregunta es en virtud de establecer autoridad y responsables, pues quiénes son los que están matando, quiénes son los responsables, dónde están las denuncias y a quiénes están matando, ¿cómo?, ¿cuándo? y ¿dónde?
Esto lo preguntamos de la manera más estricta y responsable a quienes recientemente han rayado ese paredón en la ciudad de Medellín. Creemos que el país merece saber a quiénes, en este momento, en estos tiempos, son los que están matando.
Porque claro, el país conoce que han seguido asesinando a líderes sociales, a muchos más que antes, que han seguido extorsionando, robando y delinquiendo contra la población civil, que han asesinado niños, por ejemplo, el clan del Golfo, las disidencias de Iván mordisco, que han asesinado personas las FARC y el ELN, entre ellos centenares de soldados y policías. Entonces sí, claro, el país sabe que están matando gente en este momento.
Pero nos interesa porque el país tiene que saberlo, ¿a quiénes representa ese muro? Porque lo que hemos visto por los mismos mensajes que se han dicho mientras pintan estos muros.
Es que son expresiones políticas y sociales que valdría la pena saber. Sería bueno que el país supiera esas expresiones políticas, a qué sectores representan, ¿cuál es su ideología? Porque todas las podemos inferir, pero sería bueno que en su manifiesto expongan esto.
Porque cuando hablan de política, ya sí encontramos un gran conflicto en el uso del espacio público.
El espacio público que es conservado, restaurado, limpiado, protegido si se quiere, con dineros públicos de quienes pagan impuestos, dudamos honestamente que quienes rayan esas paredes paguen impuestos; no tiene el sustento alguno para afirmar que estos son lienzos libres para que las personas vayan a rayarlas todos los días llenos de mensajes de odio, de resentimiento, de exclamaciones terroríficas sin pruebas, sin argumentación.
A esto le han venido llamando arte, el arte en el mundo en general es ampliamente subjetivo, nada más y nada menos podríamos mirar lo que sucede por estos tiempos con la música. Pero más allá de eso, se trata de por qué la mayoría de los ciudadanos tienen que soportar, respetar, aguantar, proteger y no hacer nada frente a la expresión de otro grupo de personas que están rayando un espacio público.
Es que no están haciendo dibujos, paisajes; no están haciendo realmente ningún tipo de expresión armónica, ecuánime, neutra. Nosotros creemos y defendemos que los espacios públicos a cargo de las administraciones tienen que mantenerse neutros.
Y tienen la obligación las administraciones de recuperar cada vez que sea necesario el espacio público de quienes se creen dueños y señores del espacio público sin importar su ideología.
Porque acá, especialmente en Medellín, están estableciendo otra vez una narrativa de que ciertos líderes políticos dieron la orden de matar unas personas, pero lo cierto es que el día de hoy esa sentencia carece de todo fundamento, no tiene un soporte jurídico, no hay decisiones judiciales en ese sentido.
Lo cual, con el mayor respeto decimos, está plasmando una mentira del tamaño de una catedral en una pared, difamando a una persona, a una persona que tiene el derecho, como lo tendrían todos, de defenderse de tal acusación.
Y tampoco vemos que entonces esas expresiones supuestamente artísticas tengan una ecuanimidad política, porque no hemos visto ni un solo muro firmado, rayado, condenando, atacando o criticando los secuestros, las extorsiones y los asesinatos que se cuentan por miles de los grupos guerrilleros en Colombia, de eso no hay ninguno.
Ahí entramos en otro dilema y en otra confrontación, en otro problema, porque en Colombia siguen importando más unos criminales que otros en las narrativas sociales de medios y política, sabiendo que todos son criminales.
Por qué el espacio público entonces si es que lo quieren usar como recurso de memoria histórica, pues perfecto, pongámonos de acuerdo y rayamos el número de crímenes cometidos por paramilitares, por guerrilleros, por todos los grupos de bandoleros que han existido en Colombia: el LPL, el ELN, las FARC, el M-19, las Autodefensas Unidas, el clan del Golfo, las disidencias. Podríamos quedarnos rayando centenares de paredes por todo el país, como recurso de memoria histórica.
El problema es que esta gente que está rayando las paredes actualmente no está de acuerdo con eso, ellos solo quieren plasmar su visión de los hechos y nadie más lo puede hacer porque es falso que cualquier persona pueda ir a rayar un muro. Los muros hoy en muchas ciudades están manejados por grupos criminales e incluso por barras de fútbol.
Acá la discusión es mucho más profunda y no creemos ni conveniente ni mucho menos justo que quienes ostentan el poder local, sea departamental o municipal, permitan que se vandalice el espacio público. No pueden dar permiso para vandalizar el espacio público.
Y si se vandaliza, ellos tienen la obligación perenne de ir a restaurarlo cuantas veces sea necesario, es mucho más costoso no hacerlo y permitir que discursos de odio, de resentimiento, se sigan propagando por las calles del país.
Es increíble que, en una ciudad como Medellín, prácticamente tengamos a Pablo Escobar como el ídolo de ídolos, el macho de machos, el personaje a admirar, mientras que en otras paredes se siguen atacando de manera personal y por motivos políticos entre sectores que piensan distinto y para eso no puede haber espacio.
Ojalá que las autoridades tengan la capacidad de enfrentar esto con la ecuanimidad de analizarlo y a quienes les encanta que les dé ver paredes rayadas, deberían empezar por rayar las paredes de sus casas y luego las paredes exteriores de sus viviendas. A quienes defienden esas expresiones “culturales” desde la comodidad de sus apartamentos de miles de millones, maravilloso permitir ver cómo se sentirían.
Qué bonito que es una ciudad que se ve rayada, grafiteada, vandalizada; que lo vivan en sus casas porque insistimos, no creemos que una ciudad tenga que aguantarse y tolerar y permitir que un nuevo grupo se vuelva dueño de los muros de un espacio público.
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