Sí a la descentralización de Colombia

No se puede seguir postergando un clamor latente desde todas las regiones del país para alcanzar unas autonomías económicas.

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Ningún cambio debe realizarse de una manera no consensuada y planeada, pues en ocasiones a la hora de tomar determinaciones sin ningún tipo de cálculo terminan siendo peores las consecuencias que los problemas que se pretendían resolver, y es el primer llamado que queremos hacer respecto a la reforma constitucional que se adelanta en el Congreso sobre el sistema general de las participaciones.

Colombia es un país que ha traicionado no solamente el espíritu y lo consagrado en la Constitución respecto a que es un país descentralizado; Colombia es un país que tiene dos fenómenos altamente perjudiciales: primero, excesivamente presidencialista, Colombia pareciera que elige un rey cada cuatro años, y en segundo lugar, Colombia es un país que tiene excesiva concentración en Bogotá del poder público, lo que ha hecho que gran parte del sector privado tenga que plegarse también a este centralismo.

El país esta ávido de que las regiones tengan la capacidad económica suficiente para no solamente atender unas necesidades básicas, sino porque esos gobiernos son los que entienden la propia dinámica de sus veredas, barrios, municipios corregimientos, de su multiculturalidad y de su biodiversidad…

Es realmente deplorable que semanalmente más de 200 o 400 alcaldes, inclusive alcaldes de capitales, tengan que ir a Bogotá con una ponchera a pedir recursos para absolutamente todo; no tiene sentido y mucho menos cuando algunos departamentos están aportando inmensamente más de lo que reciben.

Sí a la descentralización de Colombia
Foto: Redes

Hay dos miradas al proyecto de regiones, uno el que se ha liderado, por ejemplo, por el gobernador de Antioquia Andrés Julián Rendón de autonomía fiscal, y otro presentado por Juan Fernando Cristo y lo que menos se necesitan horas para politizar. Hay senadores que han denunciado que este proyecto es para beneficiar a Fecode, pero lo más sensato en este momento es encontrar cuál es la fórmula adecuada que le da autonomía y fortaleza fiscal a los departamentos que también le transfieran a los departamentos unas competencias que se correspondan al nivel de ingresos que les van a ser destinados.

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Encontramos que hay algunas personas que están criticando este proyecto solo con el interés de preservar un poder centralista, un poder nocivo. No quieren perder sus negocios, su hegemonía, su burocracia, su clientelismo en Bogotá.

De manera que este editorial lo que busca es llamar a la sensatez a una profunda revisión de este proyecto y a que se llegue a un consenso de que, de manera gradual, de una manera concertada, las regiones ganen autonomía fiscal, se fortalezcan económicamente y reciban unas competencias como educación, salud e infraestructura. Para que no se genere ese desfalco para las finanzas del Estado que es lo que a muchos preocupa.

Por último, qué bueno sería que los centros de pensamiento, las universidades, los exministros de Hacienda y los congresistas entiendan de una vez por todas que no se puede aplazar más la decisión de darle rienda suelta a descentralizar el país, que es lo que se necesita.

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