Una nueva era industrial: «La mayor brecha se encuentra en la producción de litio, donde se cuenta con solo el 35% del volumen que se requiere en el escenario de cero emisiones netas para el 2030…»
Por: Mauricio Cuesta
El lanzamiento de las bases del plan nacional de desarrollo llevó a que el presidente Gustavo Petro, ratificara la necesidad de la planificación precisamente porque el mercado, en su concepción capitalista, no tiene la capacidad de asignar eficientemente los recursos disponibles, y por tanto, es la sociedad la que debe desarrollar ese ejercicio; esa sociedad que dio el mandato al nuevo gobierno para que Colombia se convierta en potencial mundial de la vida.
Y en esta ecuación, el presidente nos recuerda que la palabra “vida” no es simple retórica, tiene que ver con el hecho que hoy se oponen dos grandes lógicas, la de la vida y la mercantil, que no van de la mano en un tema fundamental como el de la crisis climática.
Este derrotero hay que matizarlo, pues la crisis climática no depende de un solo actor, pero sí requiere de las dinámicas de mercado para superarla. Si bien no se discute el impacto que hoy tienen los gases efecto invernadero en el cambio climático, y que su emisión ha venido de la mano del crecimiento de mercado dependiente de combustibles fósiles, no es menos cierto que el tránsito hacia los compromisos de cero emisiones netas al 2050 depende en gran medida del comportamiento de todos los sectores, y en especial, del desarrollo del mercado y sus agentes.
Al punto, resulta oportuno el reciente estudio publicado por la Agencia Internacional de Energía sobre las perspectivas de la tecnología energética 2023 o PTE 2023, en el que ratifica el hecho incontestable que el sector energético mundial está viendo cambios profundos que lo harán transitar de uno dependiente de combustibles fósiles hacia otro dominado por energías renovables y tecnologías limpias.
Esta transición, a su vez, está cambiando las industrias que proveen los materiales y productos que soportan el sistema energético, con lo que, a voces de la Agencia, se está creando una nueva era industrial, la era de la producción limpia de tecnología energética. Estas tendencias tienen implicaciones profundas en todos los agentes que infieren en el mercado, gobiernos, sector privado, inversionistas y sociedad civil.
Así que le corresponde a cada país identificar las oportunidades y maniobrar sobre los retos que implica la nueva economía. De ahí que la propuesta que recoja el plan nacional de desarrollo que termina de construir el gobierno para someter al congreso en febrero, no puede dejar de reconocer la necesidad que el mercado ya está transitando con iniciativas claras de descarbonización, y que es responsabilidad del gobierno acompañar ese tránsito con las herramientas suficientes y oportunas para su concreción.
Uno de los temas donde el plan tendría la virtualidad de encontrar esas oportunidades que brinda el país esta referido a los minerales para la producción de las tecnologías limpias; el país debe saber reconocer que no es posible jugar en toda la cadena de mercado, sino que debe evaluar los aspectos donde tiene mayor fortaleza, y allí desplegar los mecanismos para atraer colaboración internacional en el desarrollo estratégico de esta industria, bien en forma de inversión, de asociación o de transferencia de tecnología.
Al respecto, el reporte PTE 2023 es contundente en cuanto a que la transición a energías limpias va a requerir que la producción en los 5 minerales críticos que la soportan – litio, cobalto, níquel, cobre y neodimio – crezca de 1.5 a 7 veces para 2030, con una demanda entre 3 y 14 veces mayor que la del 2021.
Cumplir esta demanda por minerales críticos requiere que se incremente tanto la extracción de fuentes conocidas de minerales, como la exploración en nuevas áreas. La mayor brecha se encuentra en la producción de litio, donde se cuenta con solo el 35% del volumen que se requiere en el escenario de cero emisiones netas para el 2030.
Ahora, si incorporamos el níquel al lado de las necesidades de litio, se van a requerir 70 nuevas minas de tamaño medio para copar la demanda al 2030; y más allá, solo para cobre se necesitan 80 minas nuevas, una tarea titánica.
En términos de inversión, estas necesidades de oferta mineral requieren alrededor de $360 a $450 billones de dólares al 2030 para lograr los niveles de producción que copen la demanda del escenario de cero emisiones netas, de los cuales un tercio se concentra en África, Centro y Sur América.
No obstante, Colombia aún no aparece en los lugares de privilegio, y no deberíamos quedarnos fuera cuando el país puede contribuir responsablemente a esas necesidades globales. Existe, entonces, una gran responsabilidad en cabeza del gobierno del presidente Petro para que se reconozcan los puntos de encuentro con la actividad privada y el mercado en el tema fundamental del cambio climático, y que sea el escenario del PND el que siente bases sólidas para acompañar el escenario de cero emisiones netas al 2050.
Es la oportunidad para que no se resten esfuerzos en éste, y el siguiente gobierno, de tal manera que el país aproveche su oportunidad como proveedor de minerales críticos en la nueva era industrial de la producción limpia de tecnología energética.
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