La Unión Europea lanzó un ambicioso proyecto de microfinanzas verdes en Colombia. La iniciativa busca llevar inclusión financiera a comunidades vulnerables a través de productos diseñados desde las regiones, con enfoque ambiental y social. El anuncio se realizó durante el Congreso de las Microfinanzas en Bogotá y fue presentado por Gilles Bertrand, embajador de la Unión Europea en el país.
«Para nosotros, desde la Unión Europea, la microfinanza es una herramienta esencial para transformar nuestras ambiciones compartidas con Colombia», afirmó Bertrand en entrevista con 360 Radio.
El diplomático se refirió a los grandes retos que aún enfrenta el país en términos de acceso al sistema financiero y explicó que el proyecto busca crear rutas de inversión de impacto que conecten a las organizaciones sociales de base con herramientas de crédito adaptadas a sus realidades.
El programa, que cuenta con una inversión cercana a los 10.000 millones de pesos, se desarrollará en alianza con la Fundación Alemana de Cajas de Ahorros para el Desarrollo Internacional, la red Sue Microfinanzas y la Fundación Grupo Social. Tendrá como foco dos municipios: Ubitica (Antioquia) y Algeciras (Huila), territorios que, según Bertrand, fueron elegidos por su potencial y por contar con comunidades organizadas dispuestas a participar activamente.
¿Cómo trabaja la Unión Europea en la inclusión financiera de Colombia?
Además de entregar recursos, el proyecto de la Unión Europea pone un énfasis especial en la educación financiera. Según Bertrand, muchas personas beneficiarias de microcréditos nunca han tenido acceso previo a productos financieros, por lo que es fundamental enseñarles a gestionar los recursos y a convertirlos en oportunidades reales de crecimiento económico.
“No se trata solo de dar un préstamo, sino de que ese préstamo sirva. Y que no ponga en dificultades a los beneficiarios. La idea es que les permita crecer, generar ingresos y mejorar su calidad de vida”, explicó el embajador.
Una de las novedades del programa es que se desarrollarán productos financieros verdes, pensados para impulsar empleos sostenibles y modelos económicos respetuosos con el medio ambiente. Esto incluye líneas de crédito para proyectos como ganadería silvopastoril, agricultura regenerativa o economía circular.
Según Bertrand, la respuesta de las comunidades ha sido positiva. “Lo que hemos visto es que las regiones más golpeadas por el conflicto y donde la presencia del Estado ha sido más débil son, paradójicamente, donde las comunidades tienen más fuerza y responsabilidad. Ahí es donde la inclusión financiera tiene más sentido”, aseguró.
Más allá del piloto: alianzas que pueden escalar
Aunque por ahora el programa se concentrará en dos municipios, el embajador enfatizó que no se trata de un simple piloto. “Vamos a tener resultados concretos y vamos a llegar a comunidades amplias. No es solo una prueba”, dijo. La apuesta es que los productos financieros verdes que se creen desde lo local puedan servir de modelo para otras regiones y escalar a nivel nacional.
Este trabajo se enmarca en una estrategia más amplia de la Unión Europea, que incluye cooperación en temas de bonos verdes y bonos de biodiversidad con bancos, gobernaciones y ciudades del país. La idea es abrir espacios para las pequeñas y medianas empresas, especialmente en municipios donde normalmente no llegan las oportunidades financieras.
“Queremos que esas herramientas lleguen también a las regiones más olvidadas. Y que los pequeños emprendimientos puedan ser parte de la transición verde”, explicó Bertrand.
Confianza y territorio: el enfoque de la Unión Europea
Al cierre de la conversación, Bertrand resumió en una palabra la relación entre la Unión Europea y Colombia: confianza. “Llevo cuatro años como embajador, pero esto se viene construyendo desde hace décadas. Lo que hacemos no es solo un proyecto, es una alianza con las comunidades”, afirmó.
En ese sentido, el futuro de la cooperación europea en Colombia estará marcado por lo que el diplomático llama “alianzas territoriales”: proyectos donde las comunidades, el sector privado y el Estado trabajen de manera articulada, con el apoyo de la comunidad internacional, para que las inversiones sociales y productivas sean sostenibles en el tiempo.
“La paz, el desarrollo económico y la protección del medio ambiente no son tres cosas separadas. Son un solo frente. Y si no se hace con la gente, no se hace”, concluyó.