Colombia, con este tratado establecido en medio de la COP16, establece un sistema multilateral que permite el acceso y la distribución de beneficios de los recursos fitogenéticos a través de las fronteras
Colombia y el Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos: un futuro sostenible para la agricultura
El Tratado tiene como objetivo fundamental garantizar que agricultores y fitomejoradores tengan acceso al material genético necesario para desarrollar nuevas variedades de cultivos, incluyendo aquellas que ofrecen mayores rendimientos y son resistentes al cambio climático.

La importancia de este acuerdo radica en la creciente necesidad de asegurar la alimentación a nivel mundial, especialmente en un contexto donde la diversidad de cultivos está bajo amenaza debido a factores como la urbanización y el cambio climático.
El Sistema Multilateral de Acceso y Distribución de Beneficios (MLS) del Tratado cubre 64 de los principales cultivos del mundo, representando aproximadamente el 80% de los alimentos derivados de plantas. Este sistema permite un intercambio eficiente de recursos fitogenéticos, promoviendo así la colaboración entre países y contribuyendo a la seguridad alimentaria global.
Colombia, al ser parte de este tratado, se compromete a compartir sus recursos fitogenéticos con otros países miembros, facilitando la cooperación internacional en la gestión sostenible de estos recursos. «Las semillas nativas y criollas, adaptadas a las condiciones ecológicas específicas de los distintos ecosistemas colombianos, son esenciales debido a su resistencia natural a plagas y enfermedades locales», afirma el agrónomo Ariza. Esta riqueza fitogenética es fundamental para el desarrollo de cultivos que se adapten a las diversas condiciones ambientales del país.

¿Por qué son importantes los recursos fitogenéticos?
La interdependencia global en el ámbito de los recursos fitogenéticos es evidente. Muchos países dependen de cultivos que se originaron en otras regiones. Por ejemplo, la patata y el maíz, que tienen sus raíces en América Latina, son ahora fundamentales en las dietas de Europa y África. Este fenómeno resalta la necesidad de conservar, acceder y utilizar de manera sostenible los recursos genéticos de los cultivos.
El Tratado internacional juega un papel esencial en la administración de un sistema global que permite a los países intercambiar el material fitogenético necesario. Esto es crucial no solo para la producción alimentaria, sino también para el desarrollo de variedades que puedan enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar una producción sostenible.
A pesar de los avances, Colombia enfrenta serios desafíos en materia de autosuficiencia alimentaria. La producción nacional de proteínas animales, como pollo, huevos, cerdos y peces, requiere más de 8 millones de toneladas de materias primas como maíz y soya. Sin embargo, el país solo produce aproximadamente 1,5 millones de toneladas de estos insumos, lo que genera una dependencia significativa de importaciones. Esto no solo afecta la economía local, sino que también pone en riesgo la seguridad alimentaria de la nación.
La gobernanza de los recursos fitogenéticos es, por lo tanto, una prioridad para Colombia. El país está trabajando en políticas y estrategias que fomenten la producción sostenible de semillas nativas y criollas, fortaleciendo así la capacidad de los agricultores locales para adaptarse a las condiciones cambiantes del clima y del mercado.

La participación activa de Colombia en el Tratado Internacional es un paso fundamental hacia un futuro más sostenible. Al acceder y distribuir recursos fitogenéticos de manera justa y equitativa, el país no solo contribuye a la conservación de la biodiversidad, sino que también potencia su capacidad para enfrentar desafíos agrícolas.
Las autoridades colombianas están comprometidas a promover la investigación y el desarrollo de nuevas variedades de cultivos que sean resilientes y sostenibles. A medida que el mundo enfrenta problemas complejos como el cambio climático y la escasez de recursos, la colaboración internacional y el intercambio de conocimientos serán cruciales para lograr una producción agrícola sostenible y eficiente.
En conclusión, el compromiso de Colombia con el Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos es un testimonio de su determinación por proteger la biodiversidad agrícola y asegurar la sostenibilidad alimentaria. A través de un enfoque colaborativo y un sistema efectivo de acceso a los recursos fitogenéticos, el país está en camino de enfrentar los desafíos del futuro, garantizando así la alimentación de las generaciones venideras.