Por: Catalina Escobar
Esta semana se estrenó el primer tráiler del live action de La Sirenita de Disney y ha causado gran controversia. Por un lado, están quienes, en nombre de “la inclusión”, aplauden la decisión de Disney. Por otro lado, estamos quienes pensamos que esto es inclusión forzada.
La actriz que protagoniza a La Sirenita es hermosa, tiene una voz increíble… pero no es la Sirenita. Es como si a Tiana quisieran representarla como una mujer blanca, de ojos claros y rubia…condenar a quienes simplemente queremos ver en el live action, el personaje de la Sirenita que conocemos, es hipócrita. Y si nos vamos más allá, ¿entonces están discriminando a las niñas blancas y peli rojas?
La historia de la Sirenita es danesa. Tan danesa, que incluso en Copenhague, la capital de Dinamarca, hay una escultura de este personaje.
La industria del entretenimiento cada vez está creando más personajes. Es posible que muy al inicio de la industria, los escritores de todas estas historias, escribían y creaban estos personajes de acuerdo a su entorno, a sus vivencias y por esto, esas primeras princesas como Blancanieves (1937), Cenicienta (1950) y La Bella Durmiente (1959) no eran negras, indígenas, asiáticas… En efecto, no creo que basaran la creación de sus personajes en el racismo, creo que su proceso creativo se basaba en lo que veían a su alrededor. Sin embargo, hoy quieren tildar de racista a esa realidad.
En el caso de las princesas de Disney, todas las niñas han tenido su representación. No todas son rubias, de ojos claros y blancas. Tenemos a Pocahontas, Mulán, Anastasia, Bella, Jazmín, Meg (Hércules)… y si, a la Sirenita, una joven blanca y peli roja. Más recientemente, vemos a princesas Disney como Elena, Tiana, Moana, Mérida, Rapunzel… todas diferentes.
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Yo no tengo el tipo de facciones de la Cenicienta, Aurora, etc… pero no recuerdo haberme sentido ofendida en los 90’s porque Disney no tenía una “princesa latina” (que hoy ya tiene: Elena), o sentirme mal porque yo no era como Aurora, ni siquiera se me pasaba por la cabeza. De hecho, recuerdo que mis favoritas eran Anastasia, Pocahontas, La Sirenita, La Cenicienta, La princesa Encantada, Mulán y La Bella y La Bestia. Todas diferentes, todas películas increíbles. Esa manía de hacer sentir mal a las niñas, porque los personajes no son de x o y aspecto, es nueva.
Ahora bien, hay otros casos como el de La Sirenita en la industria del entretenimiento que se separan de la historia que conocemos, peor aún, son historias de personas reales. Tal es el caso, por ejemplo, de la película Cleopatra de 1963 que narraba la vida de la famosa reina-faraón Cleopatra, una mujer egipcia que seguramente tenía la piel oscura, sin embargo, la película fue protagonizada por Elizabeth Taylor, una mujer blanca, de pelo negro y ojos claros. Otro caso más reciente, es el de HBO Max que estrenará una miniserie sobre la vida de Ana Bolena, quien fue reina consorte de Inglaterra por su matrimonio con Enrique VIII, madre de la reina Isabel I y que hoy quieren representarla como una mujer negra, cuando realmente no lo fue.
Finalmente, Cleopatra no era blanca, peli negra y de ojos claros; era egipcia, por lo tanto su piel era oscura. Ana Bolena no era negra; era inglesa de piel blanca, pelo castaño y ojos oscuros. La Sirenita, no es negra; es blanca y peli roja.
Con toda seguridad la película será un éxito y a todos nos encantará, pero muchas niñas de los 90’s quedaremos con la ilusión de ver el live action de La Sirenita que conocimos.
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