Este jueves 9 de enero de 2025 se confirmó una noticia que marcó el ámbito científico y social de Colombia: murió Manuel Elkin Patarroyo, el investigador tolimense que dedicó su vida al desarrollo de vacunas sintéticas y es recordado, especialmente, por su búsqueda de una solución definitiva contra la malaria.
Su fallecimiento, a los 78 años, ocurrió en su residencia en Bogotá, al parecer, a causa de un paro cardiorrespiratorio, según informaron allegados.
Manuel Elkin Patarroyo: Un legado entre ciencia y controversia
Patarroyo, nacido en Ataco, Tolima, en 1946, fue un pionero de la inmunología en Colombia y el creador de la primera vacuna sintética experimental contra la malaria, la SPf66. Este logro, alcanzado en la década de los ochenta, lo convirtió en un referente de la ciencia a nivel mundial, aunque también lo sumió en el ojo del huracán debido a las controversias que rodearon sus investigaciones.
El científico fue reconocido por sus esfuerzos para combatir enfermedades tropicales que afectan principalmente a países del sur global. Sin embargo, su vacuna experimental contra la malaria, cedida gratuitamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS), no alcanzó los estándares esperados en las evaluaciones clínicas, lo que generó opiniones divididas sobre su eficacia.
“Hoy ha partido un gran científico colombiano: Manuel Elkin Patarroyo. Su legado está representado, más que en la primera vacuna sintética del mundo, en una generación de investigadores a quienes inculcó el valor de construir país generando conocimiento”, expresó la doctora Gabriela Delgado, decana de Ciencias de la Universidad Nacional.
Los reconocimientos a Patarroyo a lo largo de su carrera
Manuel Elkin Patarroyo obtuvo su título de médico en la Universidad Nacional de Colombia en 1971. Su pasión por la inmunología lo llevó a realizar estudios avanzados en la Universidad de Yale y posteriormente en el Instituto Karolinska en Suecia. Estas bases académicas le permitieron fundar en 1984 el Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios en Bogotá, donde lideró un equipo que trabajó con recursos limitados pero con una visión innovadora.
Además de la malaria, Patarroyo dedicó su carrera a explorar la posibilidad de desarrollar vacunas sintéticas para otras enfermedades, una línea de investigación que, según los expertos, se anticipó a los avances científicos esperados para el siglo XXI.
La trayectoria de Patarroyo estuvo acompañada de numerosos galardones. Entre ellos, destacan el Premio Nacional de Ciencias del Tercer Mundo (1990), el Premio Robert Koch de Alemania (1994) y el Leon Bernard otorgado por la OMS (1995). Fue también reconocido como doctor honoris causa por prestigiosas universidades internacionales y miembro de academias científicas de renombre.
A pesar de recibir ofertas para trabajar en grandes centros de investigación en el extranjero, el científico optó por quedarse en Colombia, donde formó a centenares de investigadores y promovió la ciencia como una herramienta para el desarrollo del país.
Polémicas que marcaron la carrera de Patarroyo
A lo largo de su vida, Patarroyo enfrentó críticas por las fuentes de financiación de sus investigaciones y por el uso de primates en sus experimentos, prácticas que, aunque avaladas en su contexto histórico, desataron debates éticos y legales. Más recientemente, estuvo en el centro de atención por su intención de desarrollar una vacuna contra el COVID-19, un proyecto que no logró consolidarse.
Sin embargo, estas controversias no opacan su impacto en la ciencia. Su compromiso por abordar problemas de salud pública y su apuesta por innovaciones disruptivas dejaron una huella imborrable.
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La muerte de Manuel Elkin Patarroyo marca el fin de una era para la ciencia en Colombia, pero también deja un mensaje sobre la importancia de perseverar en la búsqueda del conocimiento. Su vida refleja el desafío de innovar en entornos adversos y el impacto de formar nuevas generaciones de científicos.
Aunque su figura fue objeto de admiración y cuestionamientos, no cabe duda de que su legado trasciende las fronteras nacionales y se inscribe en la historia como un ejemplo de dedicación y pasión por la ciencia.
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