Pareciera el apocalipsis cuando se habla sobre la posibilidad de que el presidente de turno no culmine su mandato, pareciera una reacción más desde el temor y el conformismo del país.
Bajo todos los sistemas de gobierno vigentes hoy en el mundo, desde los sistemas presidencialistas, desde los sistemas parlamentarios, las monarquías y entre otras que no vale la pena mencionar porque van en contravía de valores democráticos, aunque esos resultados en ocasiones pueden indicar cosas muy positivas pero que no conciernen en este caso, existe un respeto por esa figura de quien ostenta el poder en determinada nación.
Es particularmente el que ocupa las principales noticias, sus viajes, las reformas, sus discursos y decisiones, pero varias de estas naciones han sabido dividir la economía, infraestructura, inversión, desarrollo privado, asuntos culturales, ambientales de esa figura presidencial. Son sociedades que han acordado unos puntos que no se mueven, no se renegocian, no se revisan y no están al vaivén de las creencias del gobierno de turno.
La justicia no deja de actuar, las autoridades no dejan de perseguir delincuentes, las empresas no tienen peligro porque exista un gobierno que las quiera destruir, algunos sectores no tienen rencillas personales por cuentas de utopías ideológicas y transcurren con cierta calma esos gobiernos.
Hay cambios cuando se ha perdido una gobernabilidad y eso permite que los ánimos democráticos de muchas sociedades se mantengan intactos y a la población activa en las discusiones públicas, en el plato de la democracia.
En Colombia, hemos tenido presidentes que de manera comprobada han llegado al poder por distintos métodos ilegales, criminales, solamente es ver lo que ocurrió con Ernesto Samper, en donde un presidente que se comprobó con dineros del narcotráfico, tuvo nexos con estos grupos, le cancelaron una visa, a que fuera un presidente ignorado en el mundo, que no tuvo liderazgo, siguió gobernando ‘en el papel’ porque al país le parecía terrible quedarse sin presidente, irónicamente en el que Colombia no podía estar peor.
Ese miedo a todo lo que ya se había perdido, destruido, pues hacía creer a las personas que lo único medianamente estable era el presidente que había que guardarlo por más cuestionamientos que tuviera, que si se iba era el fracaso total de la nación, la rendición ante el mundo. Un mundo que veía como el país era un lugar donde se producían cosas malas, lleno de narcotráfico, sicarios, criminales, contrabando.
Ahora, en donde hay un debate serio porque los cuestionamientos a la presidencia de Petro vienen de su entorno, su propio hijo que admitió que ingresaron ilegales a la campaña, lo primero que se dice en la continuidad del presidente es que hay que guardarlo, rodearlo y que termine su periodo.
Algunos desconociendo que la Constitución tiene la figura de juicio político, dicen que la Constitución protege al presidente y el único lugar común en que piensan las personas es la Comisión de Acusación del Congreso.
Como medio de comunicación queremos concluir que ningún presidente sea de centro, derecha, negro, blanco, católigo, evangélico, de la costa, del amazonas, sin importar su condición sexual, etc puede estar por encima de la ley y si un presidente tiene que abandonar su cargo porque no tiene la capacidad moral y ética, ni la legitimidad, el respeto de las instituciones ni de sus gobernados, tiene que irse.
Situaciones que en Colombia se han tolerado, en Perú y Ecuador no habrían durado 48 horas. Creemos respecto al caso del presidente Petro que la justicia integralmente tiene que actuar de ir hasta el fondo de este entramado criminal, tienen que interrogar a todos los involucrados y ofrecer beneficios para que cuenten lo que saben y aporten pruebas que permitan sustentar las acusaciones.
Que se caiga el que se tenga que caer: periodistas, empresarios, abogados, políticos, esposas, esposos, cuñadas, cuñados. Colombia tiene que sacudirse de una vez por todas de ese yugo del narcotráfico metido en las campañas políticas. No se puede permitir que ese demonio infantil de perder a un presidente o gobernante, se vuelva la excusa, para que quienes ostentan el poder comentan crímenes bajo un manto de impunidad.
Lea también: Peso colombiano cerró este viernes como la mejor moneda emergente