Recuperar el pulso juvenil: cinco pasos urgentes

El termómetro electoral tuvo una última medición en las pasadas elecciones a los Consejos Municipales y Locales de juventud. Lo ocurrido el 19 de octubre de 2025 refleja el grado de deslegitimidad de estos espacios y la falta de garantías electorales.

Recuperar el pulso juvenil: cinco pasos urgentes

En esta columna, trataré de no convertirme en un opinólogo electoral más; por el contrario, intentaré describir el fenómeno de los CMJ, desde un punto más sensato y crudo. Con la promulgación de Ley Estatutaria 1622 de 2013 (Estatuto de Ciudadanía Juvenil), se crea el Subsistema de Participación de las Juventudes, conformado por instancias y prácticas organizativas, con una principal función: impulsar la agenda juvenil dentro de los territorios.

Cinco años más tarde, se materializa el primer intento de reforma al Estatuto con la Ley 1885 de 2018, que luego dará paso a las primeras elecciones a CMJ y CLJ en el año 2021, dejando una desastrosa cifra de participación en las urnas del 10%, según fuentes de la Registraduría Nacional. A partir de 2022 comenzó el viacrucis reformista en el Congreso de la República: los jóvenes y los distintos actores políticos presentaron ante el legislativo propuestas de modificación al Estatuto Joven, exigiendo mejores garantías presupuestales, administrativas y electorales que fortalecieran estos espacios de participación democrática a nivel nacional. Para terminarles este cuento, en octubre de 2025 fue radicada la última reforma, y quedan nueve meses para que se acabe el último periodo legislativo; es decir, el tiempo a las juventudes se les está yendo de las manos.

La tendencia legislativa está marcada por las agendas políticas que se definan en el Congreso; por esta razón, hay proyectos que cursan el trámite legislativo con facilidad y otros que se pueden estancar cuatro años sin ningún tipo de avance. Esto explica el fenómeno de parálisis de la agenda juvenil. Si bien las exigencias de esta población van encaminadas a la generación de garantías, no hay que desconocer que estos cambios implican un esfuerzo económico y presupuestal para las entidades del Gobierno Nacional y los entes territoriales.

Precisamente, esta tendencia legislativa está precedida por la voluntad política; y sin este ingrediente, es imposible que se generen esfuerzos institucionales para la aplicación de cambios estructurales en el Estatuto de Ciudadanía Juvenil. Es decir, los jóvenes deben seguir generando espacios de debate y activismo social para acaparar más participación e inclusión en la agenda política nacional. ¿Por cuánto tiempo? esta respuesta dependerá de la organización que tengan.

El mayor reto de las juventudes en Colombia, tras los resultados de las pasadas elecciones con una cifra de participación del 18,49%, es de darle legitimidad a estos espacios de participación. Hay cinco reglas para darle la vuelta a esto: (I) visibilizar la gestión que realicen en interlocución con los actores públicos; (ii) lograr una mayor vinculación de los jóvenes que están por fuera del subsistema de participación juvenil; (iii) crear agendas juveniles a nivel macro, es decir, que acaparen la inclusión de mayor población y que esto se vea reflejado en el impacto de las medidas; (iv) superar las barreras de egos y rivalidades entre instancias del subsistema de participación de las juventudes — por ejemplo, esa guerra interminable entre plataformados vs consejeros —; y (v) mejorar la interlocución y colaboración entre los distintos actores del orden nacional y territorial: con proyectos de acuerdo, políticas públicas y campañas de promoción de estos espacios.

El último reto consiste en superar las prácticas políticas tradicionales que permean estos espacios y les resta autonomía en la toma de decisiones. Hay que corregir el rumbo, y como joven tengo el derecho a decirlo: nuestra principal función es garantizar espacios transparentes, proponer causas justas y evitar que los entes territoriales acaparen estos escenarios, porque se ve amenazada la independencia y la oposición al momento de impulsar las agendas juveniles. Aunque hoy el panorama no sea alentador, su transformación dependerá de que logremos fortalecer la legitimidad de estos espacios a través de los cinco pasos. Solo entonces los jóvenes podrán reconciliarse con la política y entender que su voto es una herramienta de cambio.

Por: César Elías Moreno- @juliuscesareeee

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