sábado, diciembre 2, 2023

¿Votar por quién?

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En esta columna quisiera plantear sobre el escenario que tenemos tan próximo de las votaciones de este domingo 29 de mayo, más allá de la importancia de la democracia que mucho se ha hablado sobre ella, de lo que tenemos como país que preservar, que cuidar, no arriesgar…


Por: Andrés Felipe Gaviria Cano

Es la verdad pareciera un llamado casi frustrante, año tras año, cada vez que se haga una elección en donde en cada una de las columnas que escribo, siempre hago un llamado, a que las personas voten a conciencia, voten con base en sus convicciones, en sus facultades, en el discernimiento que tienen de la vida, en cómo creen que el país debería funcionar; no con varitas, no con soluciones traídas de otras galaxias.

Simplemente con un apego al sentido común, a la coherencia, a una consecuencia, entre lo que se predica y lo que se aplica, entre lo que es también la importancia de cumplir los deberes, a la vez que se exijan los derechos, y desde luego preservar pues una mínima convención social que entre todos deberíamos tener, que es el respeto por la propiedad privada, por la libertad económica, el derecho a la seguridad, a una buena justicia, a mejor infraestructura, a mejor calidad de vida.

Eso pareciera que fuera muy básico, que fuera muy lógico, pero que en Colombia no se ha entendido; y cada cuatro años parecemos una red yendo al matadero porque podemos perecer o no, de pronto vivimos o no sabemos qué pasa. En ningún país serio, civilizado del mundo, se discute el modelo económico -claro está cuando funciona, con imperfecciones pero funciona-, no se discute si la policía, si las fuerzas del orden tienen que perseguir a un delincuente, no se discute que se necesita una justicia que funcione, tampoco se discute que se necesita mejor infraestructura, precios bajos para alimentarse, para vestirse.

Todo lo que puede componer en cualquier estándar de vida decente, que una familia, que una persona tenga acceso a simples elementos básicos de necesidad, en donde ellos pueden tener vivienda, pueden tener un vehículo, pueden estudiar, pueden tener acceso a tecnología, a cultura, a ofertas gastronómicas, a todo lo que compone una buena vida.

Ahora con esta elección que se avecinan, uno entiende que hay personas que la han pasado muy mal; es real que hay gente que no está comiendo tres veces al día, es real que hay gente que no ha podido conseguir empleo, es real que hay gente que no ha podido pagar una matrícula de un estudio, que miles de familias pasaron de la clase media a la pobreza, y otras tantas miles pasaron de la pobreza a la pobreza extrema,

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Y perdimos quince años muy dolorosos como país que habíamos avanzado, con grandes esfuerzos, con una capacidad inmensa de la empresa privada, poca en Colombia, pero que la hecho para crecer, crecer y generar más empleo y mejor empleo; pero que los recursos son finitos, que los empresarios son finitos, y sobre todo que el país no ha tenido lineamientos por lo menos de estabilidad jurídica, económica y seguridad personal que le garanticen a todos los inversionistas, tanto locales y extranjeros, al de la miscelánea, al de la tienda, al conductor de un vehículo de transporte público: tener tranquilidad.

Este es el último llamado que quisiera hacer antes de acudir a las urnas. Primero, hagan introspección, revísense, mírense al espejo, las caritas, a ver en qué creen, qué los mueve, qué les convence, qué es lo que realmente ustedes escuchan, qué sienten que les mueven las fibras; que digan, yo creo en esto, estoy convencido fielmente que esta es una solución, que este es un camino para llegar a construir un mejor país.

Que escuchen todas las propuestas, desde quien lidera las encuestas hasta quien tiene el 0% de intención de voto, que miren sus hojas de vida, que miren lo que hicieron en sus cargos pasados, si fueron alcaldes, gobernadores, senadores, empresarios, que revisen sus números, su coherencia a través del tiempo, su línea de pensamiento, la forma en que se expresa, la forma humana que tiene.

Porque acá antes de elegir a un político, estamos eligiendo a un ser humano, a un ser que debe gozar de buenas cualidades, de excepcionales habilidades, y sobre todo de una capacidad, no solamente intelectual sino de trabajo, de liderazgo, que no puede estar en discusión.

De manera que si cada colombiano hiciera ese ejercicio, estoy absolutamente convencido que saldría a votar, no solo más tranquilo, en paz, con una consciencia absolutamente amoblada y acorde a lo que ha pensado y ha sentido; sino que también se evitaría muchísimas decepciones en el futuro, que estaría siendo responsable consigo mismo, luego con su familia y luego con su país.

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Y que ayudaría mucho a romper esas enfermedades tan mal envejecidas de la democracia, esos tufillos, esas irregularidades, encuestas manipuladas, debates manipulados, candidatos que mienten 24 horas 7 días a la semana, propuestas que no tienen sustento, que no son viables, ese populismo que hay de izquierda y de derecha, esa demagogia que también está en todos los sectores.

La mediocridad hay que combatirla, hay que acabarla, pero no se va a combatir mientras las personas sigan votando direccionadas como ovejas en un rebaño, por encuestas, por debates y por votar en contra de o votar por descarte, ese famoso voto útil.

La primera vuelta es la oportunidad para que ustedes voten a conciencia, voten inteligentemente, para que ese registro histórico quede de cómo está pensando el país, de cómo realmente se está viendo y se visualiza hacia un futuro en cada una de las corrientes.

Pero si Colombia sigue escogiendo cada 4 años entre un ‘salvador’ y un ‘Terminator’, entre quien nos va a dar un poco más de oxígeno artificial, o quien nos va a poner la eutanasia; no vamos a tener patria, nunca vamos a tener país, porque los grandes países trascienden a los políticos, a los presidentes, a los congresistas, alcaldes y gobernadores, un país tiene que estar siempre por encima de todos sus líderes de todos sus ciudadanos, el país tiene que permanecer, el país tiene que prevalecer ante cualquier discusión, ante cualquier crisis o tragedia que se pueda estar viviendo; y eso es lo que no ha hecho Colombia.

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Acá hemos puesto por encima a líderes políticos antes que al país, y eso es un muy mal síntoma, no solamente de la democracia, sino de la salud de la patria puntualmente. Como ciudadano tenemos la capacidad de cambiar eso, de revertir esa situación que tenemos actualmente y de darle un mensaje claro y contundente a: los políticos, a los demás ciudadanos, a los sectores económicos, a los ‘opinadores’, a las encuestadoras y a todo aquel que se atreva a manipular una elección presidencial nuevamente.

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