La política en el Caribe colombiano ya se mueve con fuerza y el ajedrez político ya inició. A menos de tres meses de la apertura oficial de inscripciones para el Congreso de 2026, Atlántico y Bolívar concentran la atención con movimientos que redefinen liderazgos, ajustan candidaturas y muestran cómo, pese al paso del tiempo y los escándalos, las maquinarias regionales siguen siendo el factor decisivo en el ajedrez electoral.
El hecho más llamativo es la ausencia de un Char en el tarjetón tras veinte años de presencia continua. Desde 2006, la casa más poderosa del Atlántico siempre tuvo representación en el Senado, primero con Fuad Char y luego con su hijo Arturo. Esa línea se rompió en 2023, cuando Arturo renunció en medio de un proceso judicial por presunta compra de votos. Ahora, por primera vez, ni Arturo ni Álex estarán en campaña.
Pero la retirada de los Char no significa el final de su poder. La estrategia de la familia es ceder el protagonismo electoral a sus alfiles más leales y a sus aliados de maquinaria, asegurando que la estructura siga intacta aunque los apellidos cambien.
Los alfiles de la casa Char en el ajedrez político
Fuad Char apadrinó a César Lorduy como su carta al Senado. Empresario, abogado y expresidente del Consejo Nacional Electoral, Lorduy es valorado como un legislador técnico, pero carece de estructura propia. Ya fue representante a la Cámara, aunque en 2022 se quemó en su intento al Senado pese al respaldo total del charismo. Su retorno ahora busca sostener la línea institucional de Cambio Radical.
Del lado de Álex Char, el escogido es Gonzalo Baute, operador político de confianza y figura que ha acompañado al actual alcalde desde los años noventa. En 2023 se consolidó con 49.000 votos para la Asamblea, y su perfil es el de la maquinaria pura: disciplinado en recoger votos, curtido en operaciones territoriales y, según reportes periodísticos, protagonista de reuniones políticas custodiadas por hombres armados para amarrar apoyos.
Ambos tendrán fórmulas jóvenes en Cámara: Samir Radi, con 15.000 votos en 2023 y cuestionado por su cercanía con contratistas de la Alcaldía, y Estefanel Gutiérrez, quien sumó 13.000 votos. A esta lista podrían agregarse la representante Betsy Pérez, el concejal José Trocha y el diputado Welfran Mendoza.
En la narrativa local, los roles están definidos: Baute es la ficha de Álex, Lorduy el hombre de confianza de Fuad y Gersel Pérez, actual representante, el heredero natural de Arturo.
El 2022 dejó heridas profundas en la casa Char. Álex fracasó en la consulta presidencial de la derecha, se les quemaron candidatos en Senado y Cámara, y la renuncia de Arturo debilitó su representación directa. Con 2026 a la vista, la apuesta es recuperar terreno, blindar sus tres curules en Cámara y recuperar peso en el Senado.
El reto es demostrar si el charismo puede mantener su hegemonía sin un Char en el tarjetón, en un escenario donde otros clanes buscan ocupar ese vacío de poder.
Dos casas emergentes aprovechan el reacomodo: los Pulgar y los Torres, que en 2023 ampliaron su influencia y ahora van por más.
Eduardo Pulgar ve en su hermano Freddy Pulgar el aspirante al Senado, mientras que la Cámara quedaría en manos de Winsner Sandoval, hermano de la alcaldesa de Soledad. La jugada se haría a través del Partido Demócrata Colombiano, una colectividad afro cuya circunscripción nacional facilita acceder a una curul con menos votos.
Los Torres, en cambio, apuntan a crecer dentro del Pacto Histórico y el Partido Liberal. Ya tienen a Pedro Flórez como senador y a Dolcey Torres como representante, pero su plan para 2026 es más ambicioso: en la consulta del Pacto impulsarán a Jaime Santamaría, académico y filósofo cercano a Flórez, mientras mueven fichas para que la liberal Martha Villalba recupere espacio en Cámara.
Su reto será superar las tensiones internas: sectores de base de la Colombia Humana respaldan a liderazgos emergentes como Andrea Vargas, joven dirigente estudiantil y secretaria general de ese movimiento, lo que amenaza con fracturar el voto en el Atlántico.
Conservadores y liberales: entre dudas y relevos
En el conservatismo el panorama gira en torno al futuro de Efraín Cepeda, presidente del Congreso, quien evalúa lanzarse a la Presidencia. Si decide dar ese paso, su fórmula histórica, Armando Zabaraín, aspiraría al Senado y dejaría la Cámara a nombres como Juan Camilo Fuentes o Federico Ucrós.
El liberalismo también atraviesa un reacomodo. El senador Mauricio Gómez, cercano a César Gaviria, no repetirá. Se especula con tres posibles escenarios: aspirar a la Gobernación en 2027, liderar un sector gremial o lanzarse a una candidatura presidencial dentro del liberalismo.
¿Qué pasa en el Departamento de Bolívar?
La disputa no se limita al Atlántico. En Bolívar, las maquinarias también definen su ajedrez. El alcalde de Cartagena, Dumek Turbay, impulsa al liberal Lidio García para Senado, buscando mantener la histórica influencia de los liberales en la región.
Pero las dinámicas no son menos tensas: el gobernador Yamil Arana mueve su estructura para reforzar a su primo Selmen Arana en Cambio Radical, mientras alianzas con casas políticas tradicionales buscan consolidar cuotas tanto en Cámara como en Senado.
La lucha se intensifica porque Bolívar es un departamento estratégico: Cartagena aporta una alta votación urbana, mientras municipios del sur y la Mojana mantienen fortines clientelistas que permiten negociar alianzas con clanes departamentales y nacionales.
Lo que ocurre en el Caribe no puede medirse con el mismo rasero de Bogotá, Antioquia o Valle. Aquí, las maquinarias pesan más que el voto de opinión. Los partidos tradicionales mantienen su fuerza, incluso cuando en otras regiones se derrumban. Y fenómenos que en el centro resultarían incomprensibles —como clanes cuestionados que sobreviven a escándalos o dirigentes que suman poder desde la cárcel— se convierten en norma en la política costeña.
El experimento de las listas cerradas, que en Antioquia podría arrasar con partidos tradicionales gracias al uribismo, tiene poco impacto en el Caribe, donde el uribismo nunca consolidó una fuerza hegemónica y donde el cálculo electoral sigue dependiendo de las redes clientelares.
2026: el tablero definitivo
De cara a 2026, el Caribe será un termómetro nacional. Cambio Radical llega con ventaja en Atlántico, pero con el reto de probar si su maquinaria puede sobrevivir sin un Char en campaña. Los Pulgar buscan consolidar poder desde Soledad, los Torres expandirse en el Pacto y el liberalismo, y Bolívar se convierte en epicentro de la puja liberal y conservadora.
El ajedrez político del Caribe no solo definirá buena parte de la composición del próximo Congreso: también mostrará hasta dónde las maquinarias pueden resistir al desgaste, sobrevivir a los escándalos y mantener el control en una región donde la política se juega con reglas muy distintas a las del resto del país.
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