La Orquesta Filarmónica de Medellín se ha consolidado como un espacio de vital importancia para la música y el arte en la ciudad. En esta ocasión estuvieron presentándose en un evento privado para recaudar fondos. Desde 360 Radio conversamos con la directora ejecutiva y varias músicas que cuentan parte de su historia en la orquesta.
Por: Simón Zapata Alzate
La Filarmónica de Medellín tiene 40 años y desde que inició en el garaje de una casa, han pasado cientos de músicos profesionales, que se han formado en el mundo artístico y musical y han consolidado a la orquesta como una de las más importantes para el país y a nivel internacional.
En este caso, el empresario y filántropo israelí Chagai stern, radicado en Medellín, decidió organizar en su casa una velada/concierto para recaudar fondos. Los músicos esperan con ansias el llamado para empezar a tocar.
Asistieron diversas personalidades del mundo empresarial y político, como la embajadora de Hungría en Colombia y la condesa Lambrey.
La directora Ejecutiva de la Filarmónica de Medellín, María Catalina Prieto, cuenta que esta orquesta nace por iniciativa del maestro Alberto Correa, un músico amante de las orquestas, que juntó un grupo de amigos para tocar.
Para ella el maestro es un «quijote» que ha logrado que la orquesta «se reinvente todo el tiempo producto del esfuerzo de la empresa privada, la institucionalidad y las personas naturales que hacen que cada vez seamos más fuertes y más robustos».
María Catalina Prieto expresa que «una orquesta es el reflejo de una sociedad». La gran mayoría de músicos y músicas están en el mundo artístico desde los 6 o 7 años ya que hicieron parte de la Red de Escuelas de Música de Medellín. Son de diferentes partes de la ciudad, como Manrique, Belén, Envigado, Bello, Castilla, El Poblado. Algunos decidieron escoger el camino profesional de la música y se consideran a sí mismos como una familia. «Esto hace parte de nuestro ADN».
Incluso todavía hay miembros fundadores que están desde el primer día hace 40 años y jóvenes que están en los 20s. Eso hace parte de la «frescura y la experiencia de la Filarmónica de Medellín». En total son 70 músicos, pero en este evento sólo hay 35. Ensayan todos los días para lo más de 180 conciertos que tienen al año. Han tenido presentaciones con poblaciones como víctimas de conflicto armado y firmantes de paz. Su apuesta es social.
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Los músicos de la Filarmónica de Medellín reciben el llamado. Se acomodan en una de las terrazas del edificio, rodeados de plantas y más edificio de El Poblado. Después de la introducción de María Catalina Prieto, se apagan las luces y la magia acoge el recinto. Beethoven y Pelon Santamarta, compositor antioqueño, visitaron el lugar por medio de las melodías interpretadas.
Una de las músicas, Ana María López, está en la Filarmónica de Medellín hace 18 años. Entró de 17 para reemplazar a un compañero que se iba de viaje. Es violinista y se formó en la Escuela de Música del barrio Alfonso López. En su casa siempre suena música clásica. Su amor por la música empezó desde que estaba en el vientre. «Mi mamá se puso muy feliz el día que fueron al colegio a ofrecer clases de música, ahí me metió. Hice la carrera como música profesional, me gradué y aquí estoy», relata Ana.
Sara Galindo y Laura Olarde también son músicas de la orquesta Filarmónica de Medellín y amigas cercanas. Empezaron como supernumerarios, es decir que no entraron directamente como músicas de planta sino músicas ocasionales. «Nos empezaron a conocer así y ya después nos contrataron». Sara toca violín y estuvo en la Escuela de Música de Belén Las Playas y Laura toca viola y estuvo en la Escuela de Música de El Poblado.
Para ellas la Filarmónica de Medellín es un ambiente «muy chévere y muy acogedor. Uno se siente como llegando a la casa». Cuentan que la música une a las personas y todo mundo en la orquesta aporta, logrando tejer las conexiones que al final se vuelven familiares.
Sara compara la música con estar enamorada. «La música te da una sensación que nadie nunca jamás te va a dar». Laura dice que la música «es un reflejo de la vida, algo que trasciende las barreras y va más allá de lo físico y lo tangible».
Al final del concierto, también se tuvo la oportunidad de cantarle el cumpleaños al director de las dos piezas que se interpretaron David Greilsammer. María Catalina Prieto cuenta que este concierto es el primero de muchos «que demostrarán que hay otra forma de hacer filantropía, aquella que apuesta por engrandecer el futuro».
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