La diplomacia fracasa otra vez

Esta vez, es en Venezuela y podríamos de reojo, hablar de la crisis entre Israel y Palestina, entre Ucrania y Estados Unidos, entre Irán e Israel, y unos cuantos conflictos más en los cuales la ONU y otros cuerpos diplomáticos confirman su intrascendencia en la política moderna.

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Aunque existía una esperanza con las elecciones de finales de julio, en Venezuela, de que pudiesen darse unas elecciones justas, transparentes y diáfanas, no venía de pesimistas, sino más bien de realistas. La rotunda negación a esperar algo distinto en ese escenario político evidente; hay que ser ciego definitivamente para seguir intentando tapar, distorsionar o maquillar que en Venezuela hay una dictadura establecida, no solo a partir de la última elección que se ha robado groseramente, sino desde hace más de 10 años, con la partida del señor Edmundo González hacia España, donde ha pedido refugio y se lo han concedido.

Lamentable, escueta, a pesar de no ser corta, pero desesperanzadora, casi de carácter funerario y de despedida. Una carta que seguramente no escribió él, pues con todo esto se fueron miles de millones de esperanzas de venezolanos de poder quedarse en su país o devolverse a su país y vivir en una democracia, mientras María Corina Machado da un mensaje de que Edmundo González volvería para juramentarse como presidente legítimo de Venezuela.

González habla de un ofrecimiento para hacerse a un lado, de tender la mano y de esperar que las cosas en Venezuela mejoren. Sin embargo, dos discursos muy distintos y buenas fuentes han confirmado que hay una desazón muy grande, no solo por parte de María Corina Machado hacia esa decisión, sino de todo el bloque de oposición venezolana.

Maduro vuelve a triunfar, vuelve a tener las mayorías para seguir robando en Venezuela y manipulando las elecciones. No solo cuenta con las mayorías en Venezuela, ya que Edmundo González no hace nada, se queda callado, manda comunicados y mantiene debates acalorados en Washington sin resultados concretos.

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Nicolás Maduro está absolutamente plácido en el Palacio de Miraflores, tranquilo, ha logrado sobreponerse tanto a Estados Unidos como a Latinoamérica. Cuenta con aliados como Gustavo Petro, Andrés Manuel López Obrador y Luiz Inácio Lula da Silva, así como con aliados en España como el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien ha actuado como mercenario político y diplomático para que el Edmundo González  se vaya para España y deje el camino libre para Maduro.

No puede ser más lamentable la situación para Venezuela y sus ciudadanos. Sin lugar a dudas, es lamentable y triste que otro político opositor tenga que abandonar su país debido a la cobardía política y diplomática. Las personas salen a protestar y enfrentan el riesgo de ser asesinadas.

Todo esto no configura más que una lápida sobre Venezuela, sobre un país que lo tuvo todo, que fue muy prosperó, hoy lo sigue siendo pero solo para una camarilla y aquí es donde decimos que la diplomacia fracasa, una vez más termina siendo expulsado de Venezuela quien fue electo legítimamente por los venezolanos, mientras el dictador, quien roba las elecciones, sigue en el poder, todo por cuenta de una diplomacia socarrona y cobarde que cree que con documentos, cartas y pronunciamientos se puede salvar al país.

Es necesario reevaluar el papel de las organizaciones internacionales que le cuestan miles de millones de dólares a los países y solo sirven para que ciertos diplomáticos terminen tomando café. La salida en Venezuela es muy clara desde hace tiempo y no se logrará con comunicados, marchas, canciones o mandalas. Los supuestos dictadores que han llegado al poder después de una elección son contados con los dedos de una mano; podríamos hablar de Gustavo Rojas Pinilla y Augusto Pinochet, quienes fueron catalogados como dictadores pero que, después de elecciones, terminaron abandonando el poder. Aún hoy, hay quienes se atreven a llamar dictador a Nicolás Maduro.

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