Colombia, con la actual crisis financiera que tiene,debería, sin excusa alguna, buscar revisar de dónde pueden hacer recortes de funcionamiento que han venido creciendo excesivamente gobierno tras gobierno, no es exclusivamente de este.
Uno de los rubros en donde más el Estado colombiano se adujo de gastar con la excusa de que Colombia no está por todo el mundo, que puede ser parcialmente cierta, pero que nunca justifica el nivel de gasto que se hace en todo ese cuerpo diplomático y, como diría una frase política de cajón de las calles aledañas al Congreso de la República, “hasta cuántas embajadas y consulados sean necesarios”.
Ese ha sido un instrumento que se ha usado mayoritariamente para colocar a los hijos de los amigos políticos que quieren irse a estudiar al exterior o a los hijos de los amigos políticos que no consiguen entrar al sector privado.
También ha sucedido que exesposas, exesposos, amigos de la primera dama de turno, familiares de ministros o de viceministros, son los que terminan de acuerdo a sus intereses, conveniencias y proyectos de vida personal, yendo a las embajadas no porque tengan una real vocación de servicio diplomático en Colombia; eso no hay nada más falso que esa situación.
No solo ha sucedido en el cuerpo diplomático; también hemos visto, como por ejemplo, que nominaciones en la junta directiva del Banco de la República han obedecido netamente a intereses políticos, donde en el pasado han llegado hijos de ministros sin ninguna autoridad, sin ninguna carrera significativa, y llegan ahí porque fueron hijos de un ministro muy poderoso.
De manera que hay una situación y es que los políticos tienden lastimosamente a ver el servicio público como una herramienta para servirse y no como una herramienta para servir al país.
Por eso es que ha estado tan degradado el servicio que hemos tenido casos como el del señor Daniel Mendoza, que, siendo un impresentable en todo el sentido de la palabra, el señor Mendoza fue nominado por el presidente Gustavo Petro para ser embajador en Tailandia y, peor que eso, fue defendido por el presidente Petro.
Utilizando la retahíla de argumentos más vagos, sin fundamento y mucho menos con pruebas fehacientes que le exoneran de lo que se le ha acusado siempre, también Mendoza no ha sido nada distinto a un agitador político que, claro, como se dice ahora que el arte es diverso y todo es arte, para él y para el presidente ejerce un arte.
No hay nada más lejano al arte que lo que ha hecho el señor Mendoza. Al señor Mendoza no se le critica ni se le cuestiona, como decía el presidente, por su supuesta expresión artística; todo lo contrario, el señor Mendoza ha tenido una serie de fuertes cuestionamientos a lo largo de los últimos siete años, en donde simplemente ha sido un mercenario de causas políticas afines a él, para que le contraten, para que le paguen importantes sumas de dinero y él, a través de eso, difama a los opositores de quienes lo contratan.
Colombia no puede darse el lujo de tener en su cuerpo diplomático, en ningún caso y sin importar el gobierno que sea, sin importar la bandera política que se ondee, tener agitadores, activistas, influenciadores o simplemente personas bajo la meritocracia de la amistad, de cuñados y piperos, yendo eso en detrimento de los servicios consulares, que tienen que ser altamente profesionales, diplomáticos, responsables y conocedores de la materia.
Es necesario revisar el número total de embajadas y de consulados que Colombia tiene abiertos en el mundo. No puede ser que con semejante nivel de gasto que se tiene se sigan abriendo y abriendo nuevos servicios consulares, que en la realidad y en el papel ni siquiera tienen la demanda suficiente como para justificar la apertura de esas instancias.
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